Luciano Lamberti reseña a Irene Gruss (Argentina)

Irene Gruss. La pared. Córdoba: Editorial Nudista, 2012. 50 págs

En una vieja pared crece una hiedra. Un personaje, sentado frente a la pared, anota las etapas del crecimiento y habla con ella. En este marco beckettiano y minimalista se desarrolla La pared, de Irene Gruss, flamante libro de poemas de Editorial Nudista.

Gruss es una poeta con trayectoria (su primer libro, Luz en la ventana, se publicó en 1982) que pasó muchos años sin escribir. Durante ese tiempo, metáforica o literalmente, estuvo hablándole a la pared, y el largo poema subdivido en dieciocho partes que componen el libro despliega las variaciones de esa imagen fundamental, sencilla, pero a la vez muy rica. ¿No sentimos todos alguna vez que le hablamos a la pared? ¿Y no es, en la poesía, cuyo fin último es la conmoción del lector, un gran contrasentido?

La voz, entonces, está sola, y los lectores somos espías de esa intimidad devastada. “Es más bello porque es inútil”, dice uno de los versos, citando al Cyrano de Bergerac, de Rostand. Porque esta negativa, esta imposibilidad de hablar con otro (la palabra NO, así, con mayúsculas, recorre el libro como una serpiente bajo las hojas) significa al fin la mayor libertad posible: la de decir lo que sea. Y porque siempre hay alguien frente a nosotros cuando estamos solos: el “yo” extrañado de la poesía, el desconocido que se asoma en el espejo, todos los que fuimos en el pasado.

Precisamente, en la tapa aparece una foto que también simula un espejo donde puede verse a la poeta joven y sonriente, levantando la vista de lo que escribe para enfrentarse al ojo de la cámara: quizás la lectora ideal de los poemas, quizás su escritora secreta. Ella es la pared, y la pared somos todos, es una gran hoja en blanco para que el lenguaje de una generación encuentre su voz (otra de las variaciones es la pared pública: los grafittis donde se expresa el ser social, con frases como “evita vuelve/ boca putos racing/ corazón”).

La ausencia de los padres y del amor (“Te quiero -digo / a la pared”) marca el tono general del libro: la soledad, la imposibilidad de comunicarse a través de la palabra escrita, la inutilidad – al fin – de la poesía, son los cuestionamientos arrojados contra la pared, a veces con furia. Pero el libro cierra con una nota cristalina, quizás una rajadura por la que puede escaparse la luz del otro lado: “¡Cuidado, las paredes oyen!”.

Luciano Lamberti es escritor. Nació en 1978, en San Francisco, Córdoba. Es licenciado en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba. Publicó el libro de poemas San Francisco Córdoba (Funesiana, 2008) y los libros de relatos Sueños de siesta (La Creciente, 2006) y El asesino de chanchos (Tamarisco, 2010), así como la nouvelle Los campos magnéticos (Sofía Cartonera, 2012). Escribe para distintos medios locales y nacionales. Trabaja como profesor de lengua en colegios secundarios y dicta el taller de escritura creativa del hospital neurosiquiátrico provincial de Córdoba.

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