Indagar en ‘la dicha artificial, que es la dicha verdadera’: La farmacopea literaria de Álvaro Contreras y Julio Ramos
Contreras, Álvaro, y Julio Ramos. Farmacopea literaria latinoamericana: antología y estudio crítico. LaCriba/Cuarto Propio, 2023, pp. 415.
[E]n el contexto ulterior de las ficciones y teorías de las sociedades de control (Deleuze, 1995), de un mundo-de-vida intervenido farmacológicamente (Huxley, 1977; Burroughs, 1961), del devenir cíborg en el antropoceno/capitaloceno (Haraway, 2019), remarcado por un modo de producción porno-farmacológico (Preciado, 2018), donde la prioridad de una ‘plasticidad cerebral’ (Malabou, 2012) obliga a repensar la relación entre vida orgánica y entorno, la sospecha de Gutiérrez Nájera sobre la vida de los autómatas poshumanos ganaría una base empírica y un aparato conceptual que no se podía prever en 1890 (Contreras y Ramos 13).
El año mencionado en la cita de la Farmacopea literaria latinoamericana. Antología y estudio crítico (1975-1926), organizada por Álvaro Contreras y Julio Ramos, se refiere a la fecha en que Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895) publica la crónica “La vida artificial” (1890), posteriormente titulada “La nueva Santísima Trinidad”. Se trata de una reflexión sobre el estado de alteración y euforia identificado con la vida en las grandes ciudades a fines del siglo XIX, en la cual la expresión “la vida artificial” refleja la indiferenciación establecida en este período histórico entre las fronteras de “los estados naturales” y de “las modulaciones artificiales de la experiencia” (12). Por medio del objeto y el tropo de la “vida artificial”, el escritor mexicano manifiesta una preocupación por la transformación de los sujetos en muñecos movidos por el alcohol, la morfina y el éter —la nueva santísima trinidad de que habla el segundo título—. Según Contreras y Ramos, la imagen de los sujetos convertidos en autómatas que necesitan de sustancias “para vivir, para pensar, para amar, para reproducirse” (Gutiérrez Nájera 93) flirtea más con el gótico de las distopías farmacológicas que se popularizan en las décadas subsiguientes que con el sensorialismo modernista en boga durante la publicación del texto.
Para los autores, la crónica de Gutiérrez Nájera, en su preocupación con las fisionomías urbanas, las sensaciones fugaces y la modulación de la vida, habría podido captar la atención de Georg Simmel y Walter Benjamin, que, unos años después, investigarían en Europa la articulación “entre las transformaciones de la vida material acarreadas por el capitalismo y las dimensiones sensoriales, físicas, de la experiencia anímica del sujeto” (11). De la misma manera, Contreras y Ramos identifican ecos de la vida artificial de Gutiérrez Nájera en el aparato teórico europeo y norteamericano que se desarrolla en el siglo XX y comienzos del XXI para dar cuenta de las transformaciones en las maneras de relacionarse con el mundo en la era de la mercantilización de la farmacología. Como demuestra la cita que abre este texto, es posible ubicar al escritor mexicano de fines del siglo XIX entre los precursores de influyentes reflexiones que indagaron en el rol social del fármaco, como las de Aldous Huxley, William Burroughs, Gilles Deleuze, Donna Haraway y Paul Preciado. Este gesto de destacar la actualidad y autenticidad del archivo del periodo de entre-siglos latinoamericano, y someterlo a nuevas lecturas, fundamenta el proyecto de Contreras y Ramos para la Farmacopea literaria.
Junto a un breve texto de 1881 de José Martí donde cuestiona “La acción de la morfina. / ¿Qué adormece? / ¿En qué consiste? / ¿Deducir qué sea el alma, por esa vía?” (91), “La nueva Santísima Trinidad” de Gutiérrez Nájera introduce una antología compuesta por 67 textos y 15 imágenes que exploran la diversidad de las relaciones desarrolladas entre sujetos y drogas en un periodo de gestación de las nociones de modernidad en las instituciones literarias y culturales de América Latina. Entre poesía, crónicas, ensayos, informes médicos, trechos de novelas y piezas publicitarias publicados entre 1875 y 1926, el variado archivo que compone la Farmacopea literaria organiza una cartografía alternativa de la llamada literatura drogada, atenta a lo que Contreras y Ramos consideran zonas “menos visibles u ocluidas de la experiencia moderna” (28). La segunda mitad del siglo XIX y el paso hacia el siglo XX han sido estudiados desde las dinámicas de racionalización y secularización del mundo, en el cual se inscriben sujetos disciplinados, configurados para el productivismo alienante de los patios y las fábricas de las capitales. Lo que proponen los organizadores de la antología, más allá de esto, es indagar en las articulaciones entre experiencia estética, alteración sensorial y proliferación de las sustancias psicoactivas que emergen a la raíz de los procesos de constitución de la razón moderna.
[L]a antología que presentamos, a contrapelo de los hábitos antológicos autonomizantes del modernismo, implica un desafío epistémico y metodológico que intenta contribuir a una nueva historia literaria y cultural del período, inspirada no ya en el devenir de la razón moderna (de los letrados o del Estado), sino en la deriva de los cuerpos, de los discursos intoxicados y las conflictivas políticas del cuerpo que proliferan en torno a la intoxicación (31-32).
La antología cuenta con textos de autores oriundos de 17 países de América Latina, incluyendo Brasil, que expanden el debate sobre los vínculos entre el modernismo y las experiencias alteradas, históricamente constituido de manera concentrada en torno a escritores como Rubén Darío, Julián del Casal, Julio Herrera y Reissig, Horacio Quiroga y José Martí. Sin embargo, sin tratar de ofrecer una mirada totalizadora por medio de la colección de materiales yuxtapuestos en orden cronológico, la Farmacopea literaria organiza su archivo siguiendo preguntas teóricas e hipótesis de lectura que descentralizan y reajustan el estudio del modernismo y del entre siglos latinoamericano. Dichas preguntas e hipótesis configuran seis ejes temáticos o conceptuales: 1. Reflexiones an/estéticas; 2. Orientalismos psicotrópicos; 3. Cantos extasiados y descendientes; 4. Fisionomías urbanas; 5. Intervenciones: médicos, boticarios y artistas; y 6. Fronteras farmacoloniales. Cada uno de esos ejes temáticos o conceptuales apunta hacia zonas diferentes del vínculo entre literatura y droga.
En “Reflexiones an/estéticas”, por ejemplo, se destaca la indagación sobre la noción de experiencia, entendida, de un lado, como una reflexión, y de otro, como una aventura de la alteración química. En esta sección, textos de Amado Nervo, Pedro César Dominici, Arturo Ambrogi y Teresa Wilms Montt, entre otros, problematizan las relaciones entre escritura y vida. En este contexto, la experiencia alterada se vuelve “objeto de meditación crítica, inseparable de consideraciones más amplias sobre la modernidad, la subjetividad y las políticas del cuerpo” (15). En “Orientalismos psicotrópicos”, textos de José Juan Tablada, Clemente Palma, Luis Palés Matos y Héctor Pedro Blomberg trazan una geografía de la experiencia drogada inseparable de la contingencia histórica, invitando a considerar otros estados de la consciencia latinoamericana. Esta sección llama la atención sobre el vínculo frecuente entre experimentación química y homoerotismo en la literatura, puesto que “la modulación radical de las sensaciones altera los lugares designados al cuerpo ciudadano en el dispositivo de género” (17). Ya en “Cantos extasiados y descendientes”, textos de Juana de Ibarbourou, Delmira Agustini, Luis Muñoz Marín y Porfirio Barba Jacob tratan de la lógica suplementaria de la droga. Esta sección aborda los impactos del consumo de sustancias en la voluntad y la subjetividad de los usuarios.
El eje de las “Fisionomías urbanas” da cuenta de las intensas transformaciones vividas por las ciudades latinoamericanas en el entre siglos, ahora ocupadas por otros tipos de consumo y ocio. Textos de autores como José Elías Levis Bernard, Manuel Díaz Rodríguez, Heriberto Frías y Benjamin Costallat exponen una deriva hacia la patologización y criminalización del consumo psicoactivo que se volvería hegemónica algunos años más tarde. En “Intervenciones: médicos, boticarios y artistas”, la discusión biopolítica, a su vez, pasa al primer plano. Textos de Olavo Bilac, Soledad Acosta de Samper, Darío Herrera, José Asunción Silva y Gregorio Bermann, entre otros, tematizan el gobierno de los cuerpos y de la vida, intervenido por la higiene, la medicina y la criminología, y colocan la alteración sensorial como una zona de disputas por la verdad y el control de las toxicomanías. Por fin, el eje “Fronteras farmacoloniales” pone atención en los cruces de etnias, raza, sexualidad, clase, origen y cultura que emergen del encuentro o choque entre diferentes protocolos, intenciones y contextos de consumo. Textos de autores como Ana Roqué, João do Rio, Federico Gamboa, Pedro Pernambuco Filho y Adalto Botelho manifiestan las dinámicas de poder que operan en la circulación de las mercancías narcóticas.
El estudio crítico firmado por Álvaro Contreras y Julio Ramos presenta los criterios involucrados en la selección de cada eje teórico y conceptual, y ubica la antología en el campo contemporáneo de reflexiones sobre las alteraciones farmacológicas y las tecnologías del cuerpo, de las que forman parte, por ejemplo, Jacques Derrida y Bernard Stiegler. Además de eso, y más importante, el estudio crítico reivindica para la droga un rol determinante en la tradición crítica sobre la modernidad y el modernismo en América Latina. Los autores recuperan el prólogo de Ángel Rama a la Poesía de Rubén Darío, publicado en 1977 por la Biblioteca Ayacucho, en el cual sugiere que el modernismo innova porque rearticula la forma literaria en un nuevo tipo de “sensorialidad”. Para Rama, las transformaciones en las dinámicas de producción y consumo por las que pasan las sociedades latinoamericanas en la entrada a los mercados globales acarrean un nuevo tipo de sensibilidad que se expresa en la poesía modernista, más sensible a los aspectos de la experiencia física y la contingencia. Si esta nueva sensibilidad es fruto de una consciencia del artificio adquirida en el shock con las mercancías a fines del siglo XIX, Contreras y Ramos subrayan el papel de las mercancías psicoactivas en este reordenamiento del esquema sensorio que es también un cuestionamiento de un principio de realidad.
[L]a sustancia no solo altera la percepción, sino que, al afectarla, pone en juego la eficacia rectora de un principio de realidad. Esto inmediatamente provoca la intervención de distintas prohibiciones y dispositivos del gobierno de la vida y el disciplinamiento del cuerpo (ideal) ciudadano. Es decir, nos parece que no es suficiente constatar un cambio en la poética/política de lo que Rama llama de sensorialidad, sino que, a partir del momento en que aparece la droga (esa mercancía de la alteración al borde de la normalidad y la ley misma), la sensorialidad se convierte en dominio de las disciplinas que transforman la vida en un objetivo de las intervenciones bio-, psico- y noopolíticas (39).
El nombre “farmacopea” se refiere a los catálogos de hierbas y medicina popular que
funcionaban como un conjunto de saber sobre las sustancias vegetales con propiedades alteradoras, así como sus dosis, efectos y reglas de consumo. Las farmacopeas reunían aspectos históricos y culturales que enseñaban a los lectores a relacionarse con su acervo de plantas. De la misma manera, la Farmacopea literaria latinoamericana demuestra posibilidades de relación con su archivo textual y visual. Por medio del close reading del ensayo “El onirismo tóxico” (1913) de Rubén Darío, de la declaración de Julio Herrera y Reissig presente en “Los martirios de un poeta aristócrata” (1908), de Juan José de Soiza Reilly, y del poema “La canción de la morfina” (1890), de Julián del Casal, Contreras y Ramos ponen en práctica los desplazamientos analíticos que buscan motivar con la antología. Discutiendo los límites de la racionalidad, la visibilidad social del “vicioso” y la articulación entre género literario y droga, los autores promueven la reevaluación de los procesos de modernización bajo el incremento del consumo de mercancías e invitan a repensar el rol de la droga en la representación de la vida como experiencia estilizada. El análisis del propio corpus también conduce a una reflexión sobre la presencia minoritaria de las autoras en la Farmacopea literaria. En la sección “Puntos ciegos”, Contreras y Ramos apuntan al dato contextual de que, aunque a fines del siglo XIX las mujeres tenían más acceso a la “vida artificial”, la intoxicación en público ya sea en los cafés, en la literatura o en la poesía, era una opción predominantemente masculina. El estudio crítico muestra que, paradoxalmente, la intoxicación fue asociada a una crisis de la masculinidad productiva y normativa en el marco de los valores conservadores republicanos.
Julio Ramos se ha dedicado al estudio de la modernidad en América Latina ya hace varias décadas, habiendo publicado, entre otros, los canónicos Desencuentros de la modernidad en América Latina: literatura y política en el siglo XIX (1989) y Paradojas de la letra (1996; reeditada y ampliada en el 2022 en Ediciones Mímesis en Chile). La reflexión sobre la droga y las estéticas y políticas de las modulaciones de la vida ha poblado su producción académica de manera diversa y constante, presentándose en artículos, ponencias, palestras y cursos. En 2018, junto a Lizardo Herrera, editó el influyente Droga, cultura y farmacolonialidad: la alteración narcográfica (Chile, 2018), una antología de textos teóricos que expande el debate sobre el rol de la alteración sensorial en los procesos de acumulación, subjetivación y saber. El volumen también aborda el legado colonial persistente en las lógicas que rigen el consumo psicoactivo en el presente y la problemática cultural y biopolítica en torno a la violencia del narcotráfico y la industria farmacéutica. El modernismo y el período entre siglos latinoamericano también ha motivado la larga producción intelectual de Álvaro Contreras, quien publicó Un crimen provisional. Relatos policiales de vanguardia (2006), Escenas del siglo XIX. De la ciudad letrada al museo silvestre (2006), Narrativa vanguardista latinoamericana (2007), La experiencia decadente. Pedro César Dominici: ensayos y polémicas (2011), entre otros títulos.
La Farmacopea literaria latinoamericana combina el interés de los dos autores en el mismo período histórico y cultural a través del denominador común de la droga. Para los estudios culturales y literarios de/sobre América Latina, el encuentro entre Contreras y Ramos en la antología representa la profundización y la viabilización de lecturas comparadas e investigaciones más abarcadoras sobre este archivo —como lo definen los autores— extraordinario, pero muy poco conocido. La organización intrigante de los materiales presenta conceptos que funcionan incluso como categorías de análisis, es el caso de “fronteras farmacoloniales”. En este momento de transformación en el régimen de visibilidad social de las drogas, propulsada por los esfuerzos de descriminalización del cannabis y el llamado renacimiento psicodélico, es necesario regresar al momento en que los discursos sobre la prohibición y la adicción comenzaron a ocupar el debate público de manera más sistemática. Al igual que en las páginas de las farmacopeas tradicionales, la Farmacopea literaria latinoamericana muestra que hay muchas formas de consumir.
Bárbara Xavier França (Ibiá – MG, Brasil) es profesora en el Departamento de Lenguas y Culturas Modernas del Virginia Military Institute. Es doctora en español y portugués por la Universidad de Tulane (Nueva Orleans), donde desarrolló una tesis sobre la relación entre drogas y narrativa en la literatura latinoamericana del siglo XXI. Posee una maestría en estudios cinematográficos por el Departamento de Comunicación Social de la Universidad Federal de Minas Gerais, Brasil, donde también se graduó en periodismo. Sus intereses de investigación abarcan la representación de las experiencias psicoactivas en la producción cultural, el rol de la alteración sensorial en las ficciones contemporáneas y las relaciones entre farmacología y colonialidad en el debate latinoamericano.
