Brenda Lozano. Todo nada. Mexico: Tusquets, 2009
“¿En qué momento se supone que uno entiende que alguien se ha ido? ¿En qué momento uno se despide sin volver?”. Son éstas las preguntas que funcionan de punto de partida para Todo Nada (2009), primera novela de la escritora mexicana Brenda Lozano. Es justamente a partir de una pérdida que el mismo acto de escritura se define a lo largo de la novela. En Todo Nada el abandono, la ausencia, el silencio −la nada− exigen ser narrados, inscritos, exorcizados mediante un proceso a través del cual pasado y presente se funden de manera irrevocable. En este espacio en perenne suspensión entre el antes y el ahora, el ejercicio de escritura se convierte en el único medio para poder aproximarse a lo que queda después de la muerte.
¿Contarlo es un intento por entender? Tal vez lo cuento para fingir que entiendo. Tal vez lo cuento para reiterar que nada entiendo. Tal vez anoto estas palabras con la pluma que me dio Emilio Nassar para comprobar que, por mucho que apunte, nada entenderé del pasado. Y así lo evado. Evado el silencio. Evado su silencio con cada palabra. Con esta palabra y con esta otra.
Un hombre de setenta y dos años, Emilio Nassar, decide planear su lento suicidio. La nieta Emilia, una joven estudiante de literatura, asiste impotente a la muerte del abuelo, que llega tras un riguroso régimen alimenticio. Movida por el vacío y la ausencia, Emilia se hace portavoz y testigo de ese enigmático personaje, abuelo y padre que “detesta todo”, reconocido gastroenterólogo que se sabía a Proust de memoria, un hombre según el cual “no estamos aquí para dormir angustiados: hemos venido a pasarla bien”. Reconstruir los últimos meses de vida con el abuelo se convierte en una tarea imprescindible, un viaje hacia el pasado que le permite a la joven narradora explorar la angustia y los silencios de la pérdida. Pero este movimiento hacia atrás ofrece también un espacio de reflexión para poder entender el caótico presente, la complejidad de las relaciones con los que todavía están y los que ya se han ido.
En Todo Nada, la escritura sigue borrando fronteras y suprimiendo confines, entre el pasado y el presente, el aquí y el allá, la vida y la muerte. Es cierto que la novela de Brenda Lozano es una novela sobre la ausencia, la memoria, la vejez, la juventud, la angustia, y hasta el amor. Pero creo que se trata sobre todo de una novela sobre el pacto entre escritura y muerte. “Morir, escribir, no tienen lugar, allí donde, por lo general, alguien muere, alguien escribe”, nos dice Maurice Blanchot. Muerte y escritura se funden en este no-lugar que es la nada, o el todo (que) nada en las palabras inscritas. La novela de Lozano termina así, reflexionando sobre esta simultánea distancia y proximidad entre el acto de escribir y el morir, donde “la angustia hace lo que puede. Contar, por ejemplo, contar. Contar porque quien cuenta algo ha perdido algo”.
Laura Gandolfi (Parma/Trieste), estudia literatura en la Universidad de Princeton y colecciona matrioskas. Se dice que está escribiendo una tesis doctoral sobre literatura y objetos.