Prólogo al Dossier Marta Aponte Alsina

Bajo una luz particular

(El tiempo de los muertos)

Margarita Pintado Burgos y Luis Othoniel Rosa

Cuando la violencia domina con normalidad la vida cotidiana, el arte de la violencia se diluye; no puede superar la vida misma. La propuesta radical en esas circunstancias podría ser una arte de la alegría.  Marta Aponte Alsina, PR3 Aguirre

Durante los próximos dos domingos El Roommate presenta el Dossier Marta Aponte Alsina. Autora de uno de los proyectos literarios más ambiciosos y contundentes de la literatura caribeña actual, Aponte Alsina hace su debut literario en el 1994 con la novela Angélica Furiosa. A partir de este momento, la escritora puertorriqueña se convierte en referencia obligada para lectores, críticos, y estudiosos del patio. Su producción literaria, en pleno apogeo, ha sido publicada durante las últimas tres décadas, enmarcadas éstas por el colapso del proyecto neoliberal en Puerto Rico, así como por una secuencia de desastres capitalistas que amenazan la vida misma.

Escritora de oficio, no de profesión, los libros de Aponte Alsina le exigen tiempo al lector en una circunstancia en donde no hay tiempo ni para enterrar a los muertos, en donde la doctrina del shock nos exige vivir en constante guardia. En un país condenado a mirar sólo su presente –porque la supervivencia ocurre siempre en el ahora— la literatura de Marta nos invita a reconstruir y a imaginar el pasado, a reinventarnos un territorio, y una querencia. Sus libros se convierten en sustento allí donde la inseguridad política de la colonia se esparce como una enfermedad viral. En estos tiempos de encierro, precedidos a su vez por otros desastres, y, sobre todo, por la repentina materialización de la muerte, nosotros, los reseñistas de El Rommate, hemos descubierto en la literatura de Marta, y en el acto de leer juntos, aquella “iniciativa de salud” de la que hablaba Deleuze.

En su libro más reciente, un experimento de novela documental maravilloso y aterrador titulado escuetamente, PR3 Aguirre (2018) hallamos una cita que sintetiza en parte su proyecto literario, y que revela su posición (su compromiso) como escritora:

Lo que se desconoce por tachado pertenece a un tiempo que no ha sido todavía. No forma parte del tiempo perdido, sino de la potencialidad que el conocimiento de lo censurado delata” (X, PR3 Aguirre).

Marta Aponte Alsina ha construido una obra para hacerle frente al olvido, para volver a escribir lo tachado, para abrirle una grieta al tiempo y dejar que los fantasmas hablen, griten, lloren… o que escriban las historias que les pertenecen, su porción del relato. La escritora defiende ese tiempo que aparenta ser un tiempo muerto, un tiempo perdido y, por lo tanto, una pérdida de tiempo como tema, al proponerlo como potencia, como nuevo conocimiento de las condiciones de lo tachado.

El archivo histórico será la escena del crimen a la que nuestra escritora regresa, una y otra vez. Por un lado, el archivo se presenta como una estrategia en contra del olvido, y de paso revela o confirma la vigencia del pasado, su presencia entre nosotros, así como su irrevocable relevancia. Pero el archivo es también el lugar en donde ocurre el crimen mayor: la lectura, la interpretación, la crítica. No es casualidad entonces que la ficción detectivesca sea tan prominente en sus cuentos y novelas, como si la autora fuera la detective de un crimen histórico tan inmenso, que miles de páginas no bastaran para narrarlo.

Junto al archivo, el Caribe se erige como protagonista, como el escenario de todo, o casi todo lo que se va a buscar al archivo. Al leer sus libros, las islas caribeñas no constituyen una geografía marginal, sino que se alzan como el centro mismo de la historia de la modernidad, el lugar desde donde se diseña la lógica de muerte del animal capitalista que desde las mercancías del tabaco y del azúcar conquista al mundo. El centro de la historia global, pues, es un hueco negro del que surgen unos puntillos luminosos y deformados en forma de islas. Así como Borges propone un Aleph que contiene el universo en el sótano de su barrio natal, en la obra de Marta Aponte Alsina, el paisaje vernáculo caribeño está lleno de alephs narrativos. Cada uno de sus libros parece operar con la ambiciosa certeza de que el Caribe es el protagonista tanto de la imaginación literaria moderna como de la economía del mundo capitalista.

Se escribe como si la autora de una colonia remanente, sujeta a un régimen despótico que despreciaba a ‘los hijos del país,’ tuviera derecho a situarse en un tópico de la literatura europea y a vislumbrar los cimientos de un orden más libre; como si otro mundo de virtudes cívicas pudiera concebirse narrando la caída ejemplarizante de una tiranía exótica” (Marta Aponte Alsina, Somos islas, 101).

Así como el Caribe ocupa un lugar central en su obra, el lugar en el que Aponte Alsina se posiciona como autora, y el lugar que tiene pensado para su literatura –una literatura que requiere iguales dosis de imaginación, investigación y reflexión— es igualmente central, aunque se escriba, (ya sea por razones históricas, circunstanciales, o personales) desde el lugar del escritor menor.  Marta comete la osadía de escribir desde la autoridad que nos confiere a todas y a todos (sin importar desde donde escribamos) la inteligencia, el conocimiento, la investigación. Hay algo muy pedagógico (nunca dogmático) en su escritura (en su estilo) y en los temas explorados en sus ficciones. Dicho escuetamente, se aprende leyendo a Marta Aponte Alsina porque su vasta cultura no asfixia al lector, no lo abruma con sus propias inseguridades y pretensiones, sino que lo orienta, lo dirige (Marta es una escritora muy en control de su relato, muy metódica), y lo premia con un relato iluminador, en donde se visibilizan una serie de relaciones, o intersecciones –entre raza, memoria, historia, microhistoria, geografía, entre otras.

La tradición barroca del Caribe literario (en sus múltiples lenguajes) está presente en las páginas de Marta Aponte Alsina, especialmente en sus libros más experimentales (Sexto sueño, La muerte feliz de William Carlos William y PR3 Aguirre), aunque por momentos lo barroco se esconde detrás de su prosa, que es intachable. La autora continúa a su manera esa tradición caribeña de lo abigarrado, lo exagerado, lo disonante, en la que tanto lo alto y como lo bajo, tanto el pasado histórico como la imaginación del futuro se funden plutónicamente  en una planicie de inmanencia, en el mismo nivel. Sin embargo, más que lo barroco, es el espíritu gótico lo que toma por sorpresa la estética de Aponte Alsina. En casi todos sus libros hay cadáveres. En casi todos sus libros se cede a la tentación mesmerizante de objetos sublimes cuya inmensidad hace que lo humano se sienta pequeño. El horror de las más altas poéticas modernas acecha y conspira contra el cuerpo colonial en la obra de esta autora. Y sin embargo, sólo allí, en ese contraste tan terrible entre lo gótico y lo caribeño, surge una luz muy particular, surge un arte de la alegría para hacerle frente a la muerte. Recordemos que lo gótico siempre fue usado para describir a la barbarie, aquello que resiste el racionalismo ilustrado, aquello que permanece vivo tercamente desde la oscuridad y la muerte y en las afueras del imperio.

Turner. «The Slave Ship» 1840. Marta Aponte lo narra en ‘PR3 Aguirre’

Esta isla tiene una luz nocturna muy particular y decenas de pueblos ruinosos que se descomponen al margen de la minuciosa cartografía que los compatriotas de Papá practican en su territorio. […] Adoro el tiempo estancado de los pueblos. Si supieras cuantos vampiros jubilados palpitan en los pueblitos de tu islita: hermanos de los cinco continentes y uno que otro extraterrestre” (Marta Aponte Alsina, Vampiresas, 99).

Los editores de El Roommate hemos dejado que cada reseñista escriba sobre el libro de su elección, de modo que los lectores encontrarán dos o hasta tres reseñas de un mismo libro. El resultado, como habíamos anticipado, no ha sido la repetición, sino el diálogo, y la multiplicidad de perspectivas que siempre han enriquecido la crítica y el debate literario.  Debido a la cantidad de colaboraciones, hemos decidido dividir la publicación del dossier en dos partes, publicadas respectivamente en los próximos dos domingos de este mes de junio de 2020. .

En la primera parte del dossier contamos con reseñas de las investigadoras Isabel Guzardo Tamargo y Natalia M. Rivera, los profesores Guillermo Irizarry y Jeff Lawrence, la poeta y profesora Margarita Pintado Burgos, y el novelista Carlos Fonseca. La segunda parte del dossier cuenta con reseñas de la poeta y crítica de los novelistas Carlos Fonseca, Luis Othoniel Rosa, Juan Carlos Quiñones y Ángel A. Rivera, y de los profesores Gustavo Quintero, Aurea María Sotomayor y Maribel Tamargo. La riqueza, la unidad y la consistencia del pensamiento contenido en la obra de Marta Aponte Alsina se hace evidente al leer los testimonios de lectura de los reseñistas, en donde se llama la atención sobre: la reinterpretación ficcional del archivo, los puentes (la historia, la memoria, el arte, etc.) por donde llegamos a otras  islas del Caribe, los lazos políticos, económicos y afectivos que nos unen a los Estados Unidos, la búsqueda de otras maneras de relacionarnos con las culturas norteamericanas más allá de la relación imperial, y la primacía de la mujer como escritora/lectora al rescate de objetos, personas, paisajes, y momentos históricos preñados de significados que apenas comienzan a develarse.

Es con mucha alegría que presentamos nuestro Dossier Marta Aponte Alsina, cuyo objetivo principal ha sido promover la obra de una de nuestras narradoras e intelectuales más importantes. Los dejamos, pues, como solemos hacer en El Roommate, con una cita emblemática de la visión y la misión de Marta:

La tierra es una red de líneas invisibles. Todos los narradores del planeta están atados a esas líneas. Sus imágenes cortadas se cocinan en la olla podrida de los sueños. Lo que alguien imagina resuena en otra cabeza desprevenida. Los narradores nómadas llevan la memoria en los pies. Nada repara mejor las líneas del canto. Pero las guerras, las fronteras, los profanadores, impiden el paso. Las líneas están cortadas» (El fantasma de las cosas, 35)

Margarita Pintado Burgos (Bayamón, Puerto Rico, 1981) autora de los poemarios Ficción de venado (2012) y Una muchacha que se parece a mí (ganador del Premio del Instituto de Cultura de Puerto Rico, 2016). Graduada de la universidad de Puerto Rico (Río Piedras) con un bachillerato en Comunicaciones, obtuvo después su doctorado en lengua y literatura en la universidad de Emory, en Atlanta. Actualmente enseña en la universidad nazarena de Point Loma, en San Diego.

Luis Othoniel Rosa (Bayamón, Puerto Rico, 1985) autor de las novelas Otra vez me alejo (2012) y Caja de fractales (2017), recientemente traducida al inglés por Noel Black con el título Down with Gargamel!. Es también el autor de la monografía Comienzos para una estética anarquista: Borges con Macedonio (2016, 2020). Junto a Ingrid Robyn dirige El Roommate: Colectivo de Lectores. Estudió en la Universidad de Puerto Rico (Río Piedras) y tiene un doctorado en literatura latinoamericana por Princeton University. Actualmente enseña en la Universidad de Nebraska.

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