De cazafantasmas y obsolescencias
contradecálogo del Almanaque indestructible de Barreto de Elvira y Soreno
Bruno Soreno y Dafne Elvira. Almanaque indestructible de Barreto. Puerto Rico, 2023
- Un fugitivo anónimo. Un ser que encuentra refugio en un lugar “donde a veces levitan los fantasmas”. Apariciones que se vuelven manifestaciones ¿amistosas? Una cámara del recuerdo. Una cámara para el recuerdo. No se trata de las derrotas en La invención de Morel sino de un viaje literario a lo largo de la Arzuaga, el Paseo de Diego y cierta barra en Río Piedras. Con el Almanaque indestructible de Barreto a cargo de Dafne Elvira y Bruno Soreno, el lector tiene que descifrar dos enigmas: ¿a qué se debe la tendencia contemplativa del sujeto lírico? y ¿cuál es la naturaleza espectral de los entes que sobreviven por pura emoción histórica?
- En “¿Qué es lo contemporáneo?”, Giorgio Agamben postula que ser contemporáneo implica no concurrir con la época ni ajustarse a sus aspiraciones; en pocas palabras, es concebirse inactual. Debido a esta noción de desvío y anacronismo surge la capacidad de captar el momento histórico. En el Almanaque indestructible de Barreto, la conciencia de desfase que abarca el espíritu de la era y ese saber —a ratos nostálgico, a ratos paranoico— sirven para interpretar como quiebres y continuidades todo aquello que remita a la memoria, la antiutopía y la obsolescencia. Precisamente por eso, el contemporáneo se siente compelido a reaccionar ante su circunstancia sin concordar con el orden establecido de las cosas, al proponer una exploración de la verdad basada tanto en la evocación como en la adivinación.
- Entre el mensaje inicial (“…el Almanaque contemplo con tristeza…”) y el epígrafe de Manuel Ramos Otero se libra una lucha: si es perfecto el presente y, en ocasiones, dispone signos para el mito, ¿bajo qué tentaciones del ahora se forjará lo imprescindible? Esta incitación del tiempo hace que la persistencia del recuerdo frente a la evanescencia de lo material convierta al vestigio en un nuevo modelo estético. Además, establece un sistema derivativo preocupado por los laberintos de realidades nebulosas. Y si bien puede confundir algunas líneas temporales, la pura emoción histórica —en calidad de facultad cognitiva— se empeña en desvelar qué o quién circula detrás de las cortinas de humo.
- En el Almanaque indestructible de Barreto el tiempo es explosivo, constrictor, tramposo, rítmico y redundante. Es un portal hacia otra dimensión cuyas leyes admiten la simultaneidad de la destrucción y la instrucción. Como muestra de ello, véase el siguiente pasaje:
“culmina la admonición
ominosa del borracho. Es un tic-toc.
Una cuenta regresiva anuncia bulla.
Para pelos la amenaza.
En ese momento piensa que todo es posible
…………………………………………
La punta del estilo surca el disco.
La puya del tecato hinca la vena.
La sed de aquel borracho empina el codo.
La flecha del reloj surca la hora.
¿En qué punto del surco pica y salta
la punta resuelta de la aguja
sobre la espiral oscura de la pasta?
…………………………………………
¿En qué segmento del long play
elepé del sonido invulnerable
es que rompemos la Victrola?”
- Desde muy temprano en el libro, la pulsión lírica e ilustradora conspira en palabra e imagen para decretar que “[l]os fantasmas no son gente” y, sin embargo, persiguen y prefiguran la deformación del tiempo. Si todo proceso de la memoria deviene ficción —como asegura Jay Parini—, aquí el trance de la recordación también es la certeza de un acoso presentista. Es el temor de que no haya otro modo de existir sin esos espectros que atrofian las baterías de los relojes y proyectan variaciones de la noche donde un rumor impersonal insiste en que recordemos.
- ¿Con qué sombras alucina Elvira? ¿Qué fantasmas cría Soreno bajo su sombrero?
- Cualquier asiduo de la barra Los Amigos puede ser víctima o miembro de una sociedad secreta que tenga en alta estima la traición. Encontrarse a merced de una aguja controlada por el ritmo de la noche o el líquido de la revelación pone a prueba la amenaza fantasmática. Hay letreros que iluminan sobre pieles transformadas. Hay discos, velloneras e instrumentos que domestican la repetición. Hay animales realengos o tecatos jubilosos que perpetúan los misterios. A mi ver, las imágenes que se imbrican por las calles de Río Piedras y las conjuras marginales configuran el mundo en torno al riesgo y la duda. Por ende, la nostalgia, el éxtasis o la condena están determinados por un testimonio poético que se antoja utópico y fallido —pues plantea la ausencia como único medio futuro—, además de inactual y visionario, en tanto que, al no adherirse al estado de las cosas, transcribe “[l]as claves auditivas del enigma”.
- Aparte de la belleza, otro compromiso motiva a la ilustradora y al autor: la construcción de realidades alternativas, hasta el punto de mitificar el azar del universo riopedrense. Tras este proyecto ambicioso, ¿han descubierto sus creadores un género moral capaz de representar los males del siglo?
- A aquel que, basándose en este libro, invente una máquina capaz de reunir las presencias disgregadas por todo Río Piedras, haré una súplica: busquen a Elvira y a Soreno, háganlos entrar en la cumbre de la poesía visual. Será un acto meritorio.
Efe Rosario (Carolina, Puerto Rico). Escritor y doctor en literatura latinoamericana por la Universidad de Cornell en Nueva York. En 2020, publicó El tiempo ha sido terrible con nosotros bajo el sello de Ediciones Alayubia. Ese mismo año, obtuvo el Premio Internacional de Poesía Juan Ramón Jiménez de Coral Gables por También mueren los lugares donde fuimos felices. Actualmente enseña en Spelman College.



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