Marco García Falcón. Un olvidado asombro. Lima: Fondo de Cultura Económica, 2014, 202 p.
Marco García Falcón es profesor universitario. Ha publicado el conjunto de cuentos París personal y la novela El cielo de Capri. Su obra ha destacado sobre todo por su cuidado lenguaje. Luego de casi una década de silencio literario ha sacado a la luz Un olvidado asombro, novela que aborda los temas del mundo académico y las relaciones paterno-filiales.
Joaquín Bolarte, el protagonista, es el decano de la Facultad de Letras de una universidad limeña. Su vida transcurre sin sobresaltos. Sin embargo la repentina crisis de salud de su padre trastoca su cómodo ambiente. Mientras se resuelve esta tensión médica, Joaquín se desplaza por los distintos espacios vinculados a su centro de trabajo. Así se revela que en el medio académico la lucha por el poder es la regla. Este poder es simbólico, se funda en el “prestigio” y la “distinción”, pero termina deviniendo en posibilidades laborales y por ende económicas.
Este contexto es comparado hábilmente con el de los gimnasios. En estos lugares se ejerce un férreo control sobre el cuerpo y las formas “normales” de interrelación humana. Una circunstancia parecida se da en y desde la academia.
Curiosamente dentro de la universidad no es el mérito el que permite ascender de posición. Se procura el intercambio calculado de favores o el enmascaramiento del origen social de escasos recursos económicos. Joaquín toma esta última opción. Por este motivo no le resulta agradable volver a vincularse con la casa de su infancia.
En los diálogos entre Joaquín y sus parientes se extiende lo referido a la academia y se aborda aspectos vinculados a la educación en general. Se cuentan los casos del padre de familia que hizo su postgrado en Europa y que debido a dicha experiencia se considera mejor que los demás; y el de la mujer que logró sacar adelante a su familia gracias al ejercicio del magisterio.
Quizás las páginas más logradas son las que tratan el romanticismo bajo el cual se acostumbra ocultar las condiciones sociales del ambiente literario. Se menciona cómo se exalta el ejercicio poético hasta la ceguera. La historia del poeta que se enciende fuego en un momento de supuesta revelación mística sirve como ejemplo. La idealización es eclipsada por la realidad de los hechos. El poeta no era un iluminado sino un drogadicto que se suicidó porque no soportaba tener sida.
Joaquín logra liberarse de los lastres que le impone su contexto. Rechaza el arribismo evitando que le presenten a Mario Vargas Llosa, la figura con mayor poder en el campo letrado peruano. Sin embargo no abandona los cauces de lo literario; se contenta reuniéndose con sus amigos de juventud, varios de ellos escritores fallidos y de caracteres complicados, pero que mantienen con él una relación de honesto afecto.
Esta radiografía sobre el ámbito letrado convive con una mirada dinámica de los lazos paterno-filiales. Aunque entiende su coyuntura desde una subjetividad arraigada en el presente, Joaquín busca la respuesta de sus cavilaciones en una semilla: el pasado de su padre. Solo se apacigua cuando se reconoce parecido a este; lo mismo le ocurre al hijo del poeta suicida, quien sigue el camino vocacional del padre. En un primer momento se podría interpretar que estos hechos definen la figura paterna como un compartimento estanco, el cual el hijo no tendría ninguna forma de superar. Sin embargo no es así. Joaquín acepta el parecido con su progenitor, sobre todo en lo concerniente a los rasgos más cuestionables, para en seguida comenzar a elaborar su propio trazo vital.
En la esfera pública Joaquín supera las taras asociadas al espacio académico y en su vida íntima deja atrás los discursos deterministas; su apuesta es por el aprendizaje, por el movimiento.
Un olvidado asombro es una novela de ágil lectura que confirma a Marco García Falcón como un destacado narrador.
Julio Meza Díaz Ha estudiado y publicado. Acostumbra recordar con melancolía aquellos domingos por la tarde en que paseaba por el malecón disfrazado de Barney con monóculo y sombrero de copa. Para El Roommat ha reseñado novelas de Miguel Det y Águeda Noriega, de León Velásquez y de Denis Morales Iriarte. En El Roommate también hemos reseñado su novela Sólo un punto.
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