Kevin A. González. Cultural Studies. Pittsburgh: Carnegie Mellon University Press, 2009
Luego de una primera lectura irresponsable, y con un poco de mala fe, resumiría el poemario en béisbol, boxeo y puteros. Haría una referencia simplona, casi instintiva, a Bukowski, con la advertencia de que es poesía de taller, demasiado “linda” o “nítida” como para utilizar a Bukowski de referente al momento de comentarla. Vuelvo a leer.
El referente correcto es Martín Espada—esa mirada que se posa sobre escenas de visitas a la Isla con nitidez y elegancia, en poemas (lindos, contundentes) que comentan con ironía los sinsentidos del espacio colonial puertorriqueño, en inglés. De Cultural Scope:
Puerto Rico/ is so proud of its gift shops, it makes you sick./Even the grains of sand the sea throws up/ have flags pinned to their chests. Commonwealth/ implies something valuable to be shared,/ but when spoken out loud, the word is nothing more/ than a plea: Come on, wealth! Come on, / wealth!/ There is really no polite way to say/ you do not wish to subscribe.
Sin embargo, la voz de Espada es demasiado clean cut para posicionarse en puteros y teorizar acerca de las entrepiernas melancólicas de sororas y jebas nacionalistas de juventud con piel como el interior de un coco, y piernas como las franjas de la bandera. Eso es casi un cita textual. Lo cierto es que el contenido del poemario es altamente testoterónico y es apropiado que el término traiga a memoria un dinosaurio, pues la voz poética en ocasiones resulta anticuada al aferrarse a una pose discursiva tan y tan macharrana que si bien incomodaría a unos/as, aburre a los/as demás. De «Cultural Strumpet»:
the hot nationalist-/ her legs smooth as the flag,/ her neck like the inside of a coconut./ Freshman year you pressed sorostitutes/ against the stained wallpaper of the frat/ & they all lugged beneath their skirts/ the same grief vending machine.
Vuelvo a leer porque el poemario vale la pena leerse.
Empiezo por la contraportada, el poeta nació en San Juan. Estudió escritura creativa a nivel graduado en Iowa y Wisconsin. Lo googleo y actualmente es profesor universitario en Connecticut. Cultural Studies es su primer libro de poesía. En él, la voz poética se dispone a trazar las travesías del sujeto que se escribe—en segunda persona— de Isla Verde a Pennsylvania, de Pennsylvania a Wisconsin. De «Cultural Scope»: «Always, there has been a backpack/ strapped to your heart, & asking Where are you from?/ has not been unlike asking, What is this poem about?» Y de «Cultural Soliloquy»: “
Guilt/ is being from a place you cannot write about/ because if you write about it, you know/ you will just be writing about idleness./ Guilt is writing poems about language/ in a language that once beat you like a stepdad.
Los espacios predilectos, urgentes de la voz son la universidad, el cafetín y la memoria. El espacio de la memoria lo ocupan el padre, la Isla, y el hermano muerto que deviene fantasma en la voz del padre según ésta se entrecruza con la voz del hijo en su poesía. De «How to Learn English as a Second Language»:
When they speak to you, wait for your father/ to translate, then reply to him in Spanish/ & wait while he translates for them, & smile,/ always smile. There will be something soulful/ about this: the way your words become his/ & his words become yours, as if the two languages,/ were shaking hands, casting one long shadow.
El espacio de la memoria entonces es harto doloroso y los poemas que lo habitan son contundentes, hermosos.
Sigo leyendo y me tropiezo con estos versos en el poema 1978: «The most natural thing about tragedy/ is that it’s never conscious/ about being too obvious in striking.” Y son precisamente esos golpes trágicos que recibe el cuerpo que, como lector, imagino para la voz poética—duros golpes de pérdida y desilusión— los que hacen del poemario un tratado visceral acerca de la soledad infinita de un chamaco de Isla Verde que aprendió a extrañar a su padre en el inglés que su papá le enseñó. Años más tarde se va de Puerto Rico a Estados Unidos y regresa de visita, una y otra vez. Es un fenómeno cultural y político y en extremo íntimo. Y cuando González aborda el poema como instancia de una intimidad compartida con quien lo lea, su poesía lee como un regalo— recibido con una mezcla dura de emoción y ambivalencia. Se trata de un intercambio cultural y político y bienvenido. Pero cuando el poema deviene estudio, ejercicio o tarea de taller acerca de la cultura puertorriqueña (en masculino) a menudo aburre o aturde o incomoda.
Al fin y al cabo, es lo gutural, no lo Cultural lo que conmueve y convence de este poemario. Para poesía en inglés sobre la “cosa puertorriqueña” en la Isla y en el exterior están los libros de Espada, de Urayoán Noel, de Aracelis Girmay, de Willie Perdomo. Para poesía macharrana de la buena y de la mala está el canon. Let’s get over it. Para poesía que traza la travesía de un chamaco de Isla Verde a Madison, está la poesía avasalladora de Kevin A. González.
Guillermo Rebollo-Gil (San Juan, 1979). Autor de los poemarios Veinte, Teoría de Conspiración, Sobre la Destrucción y Sospechar de la Euforia, entre otros. Catedrático Auxiliar en la Escuela de Ciencias Sociales, Humanidades y Comunicaciones de la Universidad Metropolitana en Puerto Rico. Escribe para la Revista Cruce, y Derecho al Derecho. Coordina el blog Empty Lots (patternofthething.blogspot.com). Tiene un perro mudo y siniestro llamado Wallace y una perrita, Mía, que molesta a Wallace.
Es un alivio leer una reseña que se pasa por algún sitio por donde el sol no llega lo correctamente político, valga mi traducción hórrida del concept.
Para eso está El Roommate