Guillermo Rebollo-Gil reseña a Kevin González (Puerto Rico)

Kevin A. González. Cultural Studies. Pittsburgh: Carnegie Mellon University Press, 2009

Luego de una primera lectura irresponsable, y con un poco de mala fe, resumiría el poemario en béisbol, boxeo y puteros. Haría una referencia simplona, casi instintiva, a Bukowski, con la advertencia de que es poesía de taller, demasiado “linda” o “nítida” como para utilizar a Bukowski de referente al momento de comentarla. Vuelvo a leer.

El referente correcto es Martín Espada—esa mirada que se posa sobre escenas de visitas a la Isla con nitidez y elegancia, en poemas (lindos, contundentes) que comentan con ironía los sinsentidos del espacio colonial puertorriqueño, en inglés. De Cultural Scope:

 Puerto Rico/ is so proud of its gift shops, it makes you sick./Even the grains of sand the sea throws up/ have flags pinned to their chests. Commonwealth/ implies something valuable to be shared,/ but when spoken out loud, the word is nothing more/ than a plea: Come on, wealth! Come on, / wealth!/ There is really no polite way to say/ you do not wish to subscribe.

 Sin embargo, la voz de Espada es demasiado clean cut para posicionarse en puteros y teorizar acerca de las entrepiernas melancólicas de sororas y jebas nacionalistas de juventud con piel como el interior de un coco, y piernas como las franjas de la bandera. Eso es casi un cita textual. Lo cierto es que el contenido del poemario es altamente testoterónico y es apropiado que el término traiga a memoria un dinosaurio, pues la voz poética en ocasiones resulta anticuada al aferrarse a una pose discursiva tan y tan macharrana que si bien incomodaría a unos/as, aburre a los/as demás. De «Cultural Strumpet»:

 the hot nationalist-/ her legs smooth as the flag,/ her neck like the inside of a coconut./ Freshman year you pressed sorostitutes/ against the stained wallpaper of the frat/ & they all lugged beneath their skirts/ the same grief vending machine.

Vuelvo a leer porque el poemario vale la pena leerse.

Empiezo por la contraportada, el poeta nació en San Juan. Estudió escritura creativa a nivel graduado en Iowa y Wisconsin. Lo googleo y actualmente es profesor universitario en Connecticut. Cultural Studies es su primer libro de poesía. En él, la voz poética se dispone a trazar las travesías del sujeto que se escribe—en segunda persona— de Isla Verde a Pennsylvania, de Pennsylvania a Wisconsin. De «Cultural Scope»«Always, there has been a backpack/ strapped to your heart, & asking Where are you from?/ has not been unlike asking, What is this poem about?» Y de «Cultural Soliloquy»:

Guilt/ is being from a place you cannot write about/ because if you write about it, you know/ you will just be writing about idleness./ Guilt is writing poems about language/ in a language that once beat you like a stepdad.

 Los espacios predilectos, urgentes de la voz son la universidad, el cafetín y la memoria. El espacio de la memoria lo ocupan el padre, la Isla, y el hermano muerto que deviene fantasma en la voz del padre según ésta se entrecruza con la voz del hijo en su poesía. De «How to Learn English as a Second Language»:

When they speak to you, wait for your father/ to translate, then reply to him in Spanish/ & wait while he translates for them, & smile,/ always smile. There will be something soulful/ about this: the way your words become his/ & his words become yours, as if the two languages,/ were shaking hands, casting one long shadow.

 El espacio de la memoria entonces es harto doloroso y los poemas que lo habitan son contundentes, hermosos.

Sigo leyendo y me tropiezo con estos versos en el poema 1978: «The most natural thing about tragedy/ is that it’s never conscious/ about being too obvious in striking.” Y son precisamente esos golpes trágicos que recibe el cuerpo que, como lector, imagino para la voz poética—duros golpes de pérdida y desilusión— los que hacen del poemario un tratado visceral acerca de la soledad infinita de un chamaco de Isla Verde que aprendió a extrañar a su padre en el inglés que su papá le enseñó. Años más tarde se va de Puerto Rico a Estados Unidos y regresa de visita, una y otra vez. Es un fenómeno cultural y político y en extremo íntimo. Y cuando González aborda el poema como instancia de una intimidad compartida con quien lo lea, su poesía lee como un regalo— recibido con una mezcla dura de emoción y ambivalencia. Se trata de un intercambio cultural y político y bienvenido.  Pero cuando el poema deviene estudio, ejercicio o tarea de taller acerca de la cultura puertorriqueña (en masculino) a menudo aburre o aturde o incomoda.

Al fin y al cabo, es lo gutural, no lo Cultural lo que conmueve y convence de este poemario. Para poesía en inglés sobre la “cosa puertorriqueña” en la Isla y en el exterior están los libros de Espada, de Urayoán Noel, de Aracelis Girmay, de Willie Perdomo. Para poesía macharrana de la buena y de la mala está el canon. Let’s get over it. Para poesía que traza la travesía de un chamaco de Isla Verde a Madison, está la poesía avasalladora de Kevin A. González.

Guillermo Rebollo-Gil (San Juan, 1979). Autor de los poemarios VeinteTeoría de ConspiraciónSobre la Destrucción y Sospechar de la Euforia, entre otros. Catedrático Auxiliar en la Escuela de Ciencias Sociales, Humanidades y Comunicaciones de la Universidad Metropolitana en Puerto Rico. Escribe para la Revista Cruce, y Derecho al Derecho. Coordina el blog Empty Lots (patternofthething.blogspot.com). Tiene un perro mudo y siniestro llamado Wallace y una perrita, Mía, que molesta a Wallace.

6 comentarios sobre “Guillermo Rebollo-Gil reseña a Kevin González (Puerto Rico)

  1. Es un alivio leer una reseña que se pasa por algún sitio por donde el sol no llega lo correctamente político, valga mi traducción hórrida del concept.

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