Carlos reseña a José Miguel Wisnik (Brasil)

José Miguel Wisnik. Veneno Remédio: O Futebol e o Brasil. Companhia de Letras 2008.

“Como na dança e na música, o jogo é um perseguidor e um
procurador do sentido que falta – um representante do que
não está, sem que, com isso, se pretenda dá-lo como presente.”
–    José Miguel Wisnik, Veneno Remédio

El fútbol siempre tienta por un lado a callar, a limitarnos al gesto desmedido y ansioso de la celebración o del disgusto, a provocar un discurso balbuceante que se niega a ser pensado. El fútbol, como el balón, es una superficie redonda que se resiste, como toda sinuosidad, a ser pensada. Quedan al fin, una serie de singularidades absolutas que nos fuerzan a callar y a entregarnos al asombro: la elegancia vertical de los toques de Zinedine Zidane, la visión precisa y utópica de un Messi, la fuerza y el carácter de los saltos tipo gacela de un Maradona. Más singular aún: el recuerdo del penal que falla Roberto Baggio en la final en Pasadena, los goles de Maradona contra los Ingleses, el cabezazo de Zidane contra Materazzi. El fútbol se reduce, en una primera instancia, a sus erizos. Pero es tal vez esta misma resistencia la que provoca en mí siempre una ansiedad del pensamiento: una necesidad de poner en movimiento todo un aparato conceptual que hasta entonces permanecía estancado. Catalizador de pensamiento, de formas, de visión, el fútbol es realmente tal y como propone José Miguel Wisnik en su libro Veneno Remédio: O Futebol e o Brasil el remedio que a su vez envenena al pensamiento, produciendo una inestabilidad – un picor, una irritación – que lo fuerza a salir del vestuario y ponerse en movimiento. El campo de fútbol, ese campo tal vez demasiado extenso para los veintidós jugadores que lo pueblan, es un campo donde no solo se juega el presente sino el futuro: se juega al espacio vació, se juega a lo que todavía no está, a la utopía del porvenir. Con una prosa bella precisamente por su sencillez, Wisnik se enfrenta a la aporía de pensar el fútbol con la mayor de las valentías y el más preciso de los respetos: se trata de pensar el fútbol sin reducciones, en su complejidad formal.

Pensar la economía del fútbol: es tal vez éste el gran acierto de Wisnik y su gran provocación. Pensar la economía del fútbol no ya desde el ángulo típico de sus aspectos externos – de los contratos y del dinero – sino de la economía formal que se establece en la propia inminencia del campo de juego. Pensar qué ocurre cuando no se juega económicamente, funcionalmente, sino con cierto carácter lúdico, excesivo: se trata de pensar una definición de lo funcional capaz de incorporar lo gratuito, el exceso, el don. La extraña necesidad de los regates de un Ronaldinho, el toque de más que a veces da el Barcelona, lo momentos no significativos que sin embargo constituyen el sentido estético del juego. La cuadratura del círculo: es desde esta frase que Wisnik se propone pensar la extraña economía formal de fútbol, sus juegos alrededor de esa figura de la ley que es el árbitro, su capacidad para mostrarnos formas que ni siquiera nosotros – como espectadores en posiciones privilegiadas – podíamos ver. El fútbol, en sus carácter formal, es un modelo de acción: como la verdadera acción utópica el fútbol juega con el vació, con la vasta extensión de un campo poco poblado. Así la interacción entre el círculo y el cuadrado, entre el balón y el campo, es la paradoja temática que le permite al autor pensar lo impensable, hablar del fútbol no ya solo – aunque también desde – la antropología y la economía política, sino desde el propio estadio. Lo más bello de este libro es que en ningún momento Wisnik deja de ser lo que al fin de cuentas es: un fanático del fútbol.

Como todo juego, el libro es eso y mucho más: un intento por trazar una genealogía del fútbol brasilero, un intento por desestabilizar – desde el campo de juego – las políticas identitarias de lo nacional, un diálogo con todos los grandes teóricos del Brasil. Desde Sergio Buarque de Holanda hasta Gilberto Freyre, pasando por Antonio Cándido y Roberto Schwarz, todos los grandes pensadores caminan por estás páginas a la par de Pelé, Ronaldo, Romario, Marcos de Mendoça. En un momento muy singular, Wisnik retoma una propuesta osada. Pensar lado a lado las figuras emblemáticas de la literatura y del fútbol brasileño: Machado de Assis a la par de Pelé. Este improbable encuentro, es sin embargo, un síntoma de la forma en que el libro funciona, una muestra de esa capacidad que tiene el autor para proveer una lectura transversal que desestabiliza el sistema conceptual y lo pone en movimiento. Como ciertos cuadros barrocos, el libro funciona mediante una especie de lectura y anamorfosis: justo cuando miramos transversalmente, cuando miramos nuestro objeto de estudio desde los márgenes, es que lo vemos surgir en su más lúcida claridad. Así, el fútbol le da al pensamiento esta posición transversal, nos fuerza a pensar desde el margen que pervierte, en un gesto que nos devuelve a un pensamiento vivo, vital, anímico. Pensar una pasión – y el fútbol es aquí siempre pasión y epifanía – es tal vez lo más difícil: una tarea que requiere el mayor de los cuidados y un respeto juguetón. José Miguel Wisnik asume la tarea con la misma cautela con la que en sus mejores años Ronaldinho acariciaba el balón, y nos entregaba un espectáculo de lo gratuito, de una economía del don que nos hacía olvidar – aunque solo fuera por noventa minutos – la economía más estricta y lineal. Aquí la tarea se logra, y siempre, tal y como lo presentíamos mientras Ronaldinho hacía sus travesuras, tenemos la sensación de que el libro ha sido escrito con una sonrisa en el rostro. Es esta sonrisa la que nos hace recordar que no hemos salido de la cancha y que este libro es un juego honesto.

Carlos Fonseca Suárez (San José, Costa Rica, 1987) es candidato doctoral en el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Princeton. Obtuvo su bachillerato en Literatura Comparada de la Universidad de Stanford, en donde se dedicó a escribir sobre poéticas de movimiento, ritmo y gracia. Actualmente cursa su segundo año en el programa y se dedica mayormente a definir sus intereses tanto académicos como literarios con miras a localizar su futuro tema de disertación.

8 comentarios sobre “Carlos reseña a José Miguel Wisnik (Brasil)

  1. Vos pizado, y desde cuando hablas portuñol? Está re buena: «El fútbol, en sus carácter formal, es un modelo de acción: como la verdadera acción utópica el fútbol juega con el vació, con la vasta extensión de un campo poco poblado.» A dejar las letras y a ver si todavía nos aceptan en el Barca. O al menos a ver si te atrevès a escribir tu tesis sobre esto, je.

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