Alan Pauls. Historia del Pelo, Anagrama, 2010
“Lo tienta la época. Lo tienta la posibilidad de volver a una época que venera y que siente que no vivió, o que hubiera querido vivir de otro modo, con otra edad, o quizás sólo con otro corte de pelo…”
-Historia del pelo
Alan Pauls cerraba, hace ya mucho, una breve nota periodística con una simple pregunta cuyo tono paradójico vislumbraba ya los caminos de un proyecto: ¿Llegaremos a ser contemporáneos? La nota, una serie de comentarios sobre El Beso de la Mujer Araña de Manuel Puig, llevaba como título una señal de lo que sería el proyecto del Pauls novelista en la siguiente década: Inventar la Contemporaneidad. ¿Qué era entonces la contemporaneidad que debía ser inventada, y más aún, que tenía que pasar a través de las marcas y trazos de la literatura? Más allá de las fechas estaba entonces un época escondida que se negaba a pertenecer al mundo de los calendarios y de los números, de los almanaques y de las historias, de las actualidades y de las modas. Una época fósil. Desde entonces, Pauls ha tomado el proyecto en manos: bajo el disfraz de una trilogía sobre los años setenta, el escritor ha marcado los caminos hacia una época vedada, la escritura de una contemporaneidad que se sustrae. Historia del Pelo, su última novela y la segunda de la trilogía, sigue los pasos de Historia del Llanto en su intento por esbozar la forma en que un sujeto entra y sale de un época. La pregunta, al parecer sigue siendo la misma: ¿Quién ve una época y quién la escribe? ¿Quién actúa y quién registra? En Historia del Llanto un joven, incapaz de llorar, veía en la televisión las noticias sobre el golpe de estado de Chile. Su incapacidad para ser sentir la realidad actual como suya lo ubicaba en un punto de dislocación frente al presente. Esta figura del personaje dislocado frente a un presente que lo invoca vuelve y se multiplica en Historia del Pelo. Un hombre obsesionado con su pelo, incapaz de hallar el pelo de la época, recorre las calles encontrando personajes que batallan por reconciliarse con una época que simultáneamente los devora y los expulsa: el hijo de un militante muerto en la selva misionera, un peluquero que desaparece tragado por el mundo de la moda, la peluca con que la militante montonera Norme Arrostito usó para secuestrar al general Aramburu. Todo esto envuelto en la narración de Pauls, que se acerca hasta el estorbo, que indaga y molesta, que busca ese lugar donde la incomodidad de los personajes se ubica en un plano histórico: la realidad política de la argentina de los setenta. ¿Qué es entonces ser contemporáneo? El propio Pauls responde: “Ser contemporáneo de una época no es coincidir con ella, sino saber ver lo que en ese tiempo está escondido. El personaje dice que no es contemporáneo porque nunca va a hacer lo que la voz cantante le pide que haga. Eso puede ser una posición política, y es básicamente un principio activo.” Saber ver lo que el presente no ve: el ángel de la historia de Walter Benjamin, esa figura que mira hacia el potencial de un pasado en ruinas, se halla aquí con un nuevo proyecto político. Pauls redefine así la contemporaneidad como acto y como postura.
Carlos Fonseca Suárez (San José, Costa Rica, 1987) es candidato doctoral en el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Princeton. Obtuvo su bachillerato en Literatura Comparada de la Universidad de Stanford, en donde se dedicó a escribir sobre poéticas de movimiento, ritmo y gracia. Actualmente cursa su segundo año en el programa y se dedica mayormente a definir sus intereses tanto académicos como literarios con miras a localizar su futuro tema de disertación.
“Lo tienta la época. Lo tienta la posibilidad de volver a una época que venera y que siente que no vivió, o que hubiera querido vivir de otro modo, con otra edad, o quizás sólo con otro corte de pelo…”
-Historia del pelo
Carlos, esta es la cita perfecta que resume las preguntas de la contemporaneidad (aunque reitere, tu argumento). Nunca habia escuchado de este escritor; tu reseña desperto mi interes de investigar, en detalle, como redondea estos cuestionamientos, tan particular de todos los individuos sensibles con respecto al «presente» (y nunca parara de existir). Ahora me toca, prestar mi tiempo y escuchar lo que Pauls tiene que decirme. Gracias, por el llamado!
(Disculpa los acentos, escribo este comentario desde una computadora publica)
Gracias por la recomendación Carlos. Cuéntanos de la última novela de Piglia, Blanco nocturno. Escríbenos una reseña corta, a petición popular; a ver si nos convences en colocar dicha novela en una posición mas alta en nuestra lista de libros a leer, como ya lo has hecho con La historia del pelo.
Pablillo –
¡Qué bien que te gustó! Pues si la contemporaneidad es algo extraño. Y Pauls es experto en escribirla. Busca la primera novela de la trilogía: Historia del Llanto. Creo que te gustará.
Un abrazo,
Carlos
Manolo –
Gracias por el comentario y la petición. Le dejo tu petición en manos más capaces: Othoniel pronto publicará la reseña de Blanco Nocturno. Estoy seguro que será más que suficiente.
Abrazos,
Carlos
Linda la frase «saber ver lo que el presente no ve»… me es gracioso/placentero ver los paralelismos entre ciencias sociales y literatura… los grandes debates contemporáneos (jeje) tienden a girar entorno a definir (interpretar, comprender) la época actual (posmo?) como significativamente diferente a un pasado (mod?). La mayoría de pensadores coinciden que el quiebre fenomenológico/material de la época actual (contemporánea) ocurre (comienza a ocurrir) en los años setenta. Por lo tanto, que la trilogía gire entorno a esa década y aborde la temática de un sujeto ‘fuera de tiempo’ me está más que un dato curioso. La obra literaria emerge como un estudio sociológico……¿Hay alguna instancia en que no haya sido así?