Luis Othoniel reseña el estudio sobre César Vallejo de Michelle Clayton (Estados Unidos)

Michelle Clayton. Poetry in Pieces: César Vallejo and Lyric Modernity. Berkeley: University of California Press, 2011. 329 págs.

La lectura de Clayton sobre Vallejo es la siguiente (aunque puede que haya aderezo mío): la sensibilidad vallejiana no es tanto el producto de un individuo burgués que siente, o de una forma de individualismo poético, sino un percepción, bastante física, con olores y texturas, mediante la cual el sujeto se frota y fragmentiza en el presente exteriorizado de su voz lírica, efectivamente desubjetivizando la percepción. Me explico, la lectura convencional de la obra de Vallejo establece más o menos, dos etapas globales de su obra. Primero el autor de influencias estéticas (ya sea modernismo, ya sean las vanguardias) que articula una fuerte voz autorial, y subjetiva, actualizada mediante experimentos estéticos, y, segundo, un autor que ante el encuentro con el marxismo y la revolución, ahoga esa voz subjetiva en el acto político de la representación social, y que considera los juegos estéticos del primero como desviaciones burguesas. Lo que vamos descubriendo con el libro de Clayton es que esta oposición entre el autor subjetivista y el autor político solo funciona como problema (sin grandes soluciones) a lo largo de toda su obra.

Además de este mérito argumentativo me parece que hay dos méritos. Por un lado, Poetry in Pieces hace un excelente trabajo de historizar la poética de Vallejo, dejando de un lado su aparente excepcionalidad, y así rebuscando en lugares pocos visitados por la crítica como lo son las crónicas que éste escribió desde París, entre los años 1923 y 1933, en los cuales Vallejo sólo publicó 5 poemas. Por el otro, los mejores momentos del libro vienen por medio de “close readings” de poemas, arte bastante olvidado en la academia americana en donde dominan los estudios culturales de tipo deductivo, y ya no tanto la posibilidad de retardarse en la lectura de un verso.

El libro de Clayton tiene una estructura cronológica. El primer capítulo es un intento de historizar el origen de la temporalidad en la poesía de Vallejo, de ese presente fragmentado de la poesía que sólo se puede entender en la distancia del futuro. Clayton nos lleva por las influencias del Dadaísmo y del Futurismo en Latinoamérica, vanguardias que comenzaban a pensar la temporalidad del yo lírico como un problema.

Vallejo’s early writings repeatedly stage an attempted return to the lost idyll of home and Andean ritual, only to discover that the lyric subject ir unrelentingly excluded from both, restricted to describing what he witnesses and his own externality to it (30).

Y lo que testimonia esa voz lírica es un presente material, físico, sensorial. Entonces, la poesía no tiene la temporalidad de lo eterno, sino la misma del cuerpo, la finita, la que se muere (pero también la que goza, y en esto Palés Matos y Vallejo se parecen, -y en muchas otras cosas). De manera que en el capítulo dos, Clayton estudia esos dos primeros poemarios de Vallejo, Los heraldos negros y Trilce. Poemarios muy distintos, analizados como experimentos completamente opuestos, el uno modernista, el otro vanguardista. Y ante el reto, Calyton encuentra en ambos esa misma corporeidad, y mejor, ese mismo cuerpo de una voz lírica que es interrumpida por otros cuerpos. El primer ejemplo que usa para mostrar este dialogismo de los cuerpos es el siguiente, y me encanta: los poemas de apertura de ambos poemarios incluyen respuestas a un otro que interpela a la voz lírica. En el poema “Los heraldos negros” está esa poderosa imagen: “cuando por el hombre nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido / se empoza, como charco de culpa en la mirada”; y luego el primer poema de Trilce abre con el intempestivo “Quién hace tanta bulla, y ni deja / testar las islas que van quedando”. En ambos casos una interpelación física de un otro de identidad imprecisa, frente al cual la voz lírica reacciona. En el capítulo tres Clayton continúa sus excelentes lecturas cercanas de estos dos textos.

The poetry of Trilce never lets us forget that someone is making it, that it is the product of labor and strain, which is not just poetic or cerebral but also physical –and the image projected is far less sanitized than we might expect; it reinstalls the body in the lyric (96).

Los capítulos cuatro y cinco entonces se dedican al Vallejo que abandona Perú en 1923 y enfrenta su concepción de la poesía al Marxismo. De este encuentro fuerte con el Marxismo nace en Vallejo un deseo de establecer una estética consciente de su poesía, una especie de explicación científica y técnica de su poética, y son legión los ensayos de Vallejo sobre arte y revolución durante estos años en los que el autor aspira a esa teoría globalizante y termina con muchos ensayos que se contradicen. Clayton parece sugerir que esta interpelación del marxismo en Vallejo explica la negativa suya a publicar poesía durante esta década completa. De aquí, entonces, Clayton analiza las crónicas de Vallejo en París. Crónicas sobre un andaluz medio borracho y tan pobre como él, crónicas sobre Chaplin, crónicas sobre los modos de evitar que se nos desgasten las suelas de los zapatos, y los bolsillos de los pantalones en la vida de poeta flaneur y mendigo. Durante estos años Gertrude Stein hace sus fiestas en París con Fitzgerald, Picasso o Breton y latinoamericanos ricos como Huidobro o Gabriela Mistral no paran de aparecerse por esa edad dorada de la Vanguardia que es el París de los 20. El París de Vallejo, sin embargo, no tenía nada dorado. El último capítulo de Clayton se dedica a los dos últimos poemarios de Vallejo, Poemas humanos, y España aparte de mi este Caliz. Todo el libro se construye para llegar a esta parte, en que el lector no podrá sino sentir que la autora nos ha engañado, que nos ha tenido que engañar, por que la vida del poeta (y su poesía, que es lo mismo) según como nos la ha mostrado tiene la coherencia de un personaje literario –todo concuerda, todo tiene sentido, todo se conecta. No diré que Clayton es como Bolaño en su proclividad de contarnos la vida de un poeta vanguardista con precisión novelística, pero padece de la misma enfermedad. Enfermedad, que, por demás, se sufre tanto como se goza.

Con sorprendente y acelerada frecuencia me sucede que me importa muy poco el argumento de un libro crítico. Hay algo muy banal en las hipótesis académicas. Leo a Vallejo desde muy joven, pero sólo ahora me expongo a la lectura crítica de su obra. Desconozco cuál será el nivel de novedad o de falsedad del texto de Clayton en ese universo crítico. Sin embargo, después de haberlo leído entero, siento un gran placer en su digestión, y creo que cualquier lector de Vallejo, de las vanguardias o cualquier poeta joven que se tome en serio lo que hace, compartirá mi sentir.

Como lo suelo hacer en este género de la generosidad que es la reseña, los dejo con una cita del libro. Esta cita no es excepcional. En esta ocasión, me parece más pertinente ofrecer una cita ordinaria del libro. Es decir, una cita que ilustra el procedimiento normal de Clayton ante su objeto de estudio, su aplicada minuciosidad en la lectura cercana de los poemas. Los dejos con unos versos de Vallejo, que Clayton pasa a analizar.

Madrugada. La chica al fin revienta
en sollozos, lujurias, pugilatos;
entre olores de urea y de pimiento
traza un ebrio al andar mil garabatos

As a local drunk stumbles onto the scene in place of the poet, Vallejo adds his own version of a scrawl on the screen of modernism: scrubbing the initial a of “áurea” (golden) to leave a pungent urea (urine), he shifts attention from the sky (carved up by orchestrated patterns of fire works) to the ground (mapped out in sodden staggerings). This is not just a cancellation of an ethereal lyric option, but its replacement with a startling aesthetic of the robustly material and directly sensorial. This undoing of elegance brings the body and its waste products, but it is also enmeshed in a rethinking of modes of inscription, tied to an alternative concept of lyric composition; poetry here becomes a vehicle for grotesque, the unmannered, the awkwards, or, more simply, the contemporary. We could not be further here from conventional modernist dreams of lyric purification, nor, indeed, from a celebratory or decorative indigenismo (53).

Luis Othoniel Rosa (Bayamón, 1985), está terminando una tesis doctoral en la Universidad de Princeton titulada Anarquismos literarios: Macedonio con Borges. Su novela, Otra vez me alejo saldrá en los próximos meses en Entropía (Buenos Aires). Actualmente enseña en Duke University. Puedes ver sus otras reseñas en El Roommate acá, sobre los autores Raúl Antelo, Rafael Acevedo,  Mar Gómez,  Isabel Cadenas Cañón,  Romina PaulaMargarita Pintado y Lorenzo García Vega,  Mara Pastor  y  Sergio Chejfec.

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