Rafael Acevedo. Sexo y cura/Carnada de cangrejo en Manhattan. San Juan: Isla Negra Editores, 2008
Este es un doble libro de Rafael Acevedo. Por un lado es Sexo y cura, una novelita, o cuento largo, el bello relato de Luis un hombre en busca infructífera de oráculos que lo ayuden a readaptarse al mundo social después de un suceso traumático en su vida que consiste en que su ex amante “Se asoma al balcón y trata de volar como un pajarito. Luis se culpa de que no la enseñó a volar”. No es que los oráculos son falsos, sino que los oráculos están distraídos. No están interesados en ayudarnos, están muy ocupados con sus propios deseos, con sus prácticas sexuales. Así, Luis va en busca del cura, que resulta pedófilo, visita al urólogo que utiliza su culo para que unos estudiantes practiquen el examen de la próstata, en busca del espiritista, que es un embaucador, en busca de los sicoanalistas, que son un perversos sexuales, y durante todo el proceso, ahí está René, el hermano filósofo-escritor, diciéndole que tenga sexo.
Por el otro lado del libro nos encontramos con Carnada de cangrejo en Manhattan, que cuenta, con ironía y auto-burla, una vida literaria en Nueva York, o la vida de un escritor vagabundo (René) en Nueva York, algo que más que algún elemento autobiográfico es una tradición en la literatura puertorriqueña, ese divino clochard que recuerda a tantos otros (Julia, Piñero, Pietri), pero que sobre todo recuerda a Manuel Ramos Otero, y sobre todo recuerda al cuento “Página en blanco y stacatto”, y ahora que lo pienso, todo lo que he leído de Rafael Acevedo recuerda a ese cuento detectivesco en Loisaida, y supongo que a él no le molestará la comparación. El narrador de esta parte es René, y es un narrador un poco pesado porque es muy auto-reflexivo, aunque supongo que ese es el chiste de la novela, que uno se identifique y a la misma vez se ría de ese narrador. Por ejemplo, el cuento empieza “anoche quería matarme” y una página después dice “anoche quería matarme es una frase propia de un aspirante a escritor. Quiero ser James Joyce y no me voy a matar. Lo pienso como mecanismo creativo”. Pesado, pero ese el punto.
Las dos novelas están cruzadas de modos que, me parece, dependen del orden en el que se lea. Si se lee primero Sexo y cura, como yo lo hice, la vida literaria de René es tan sólo la historia del último oráculo frustrado de Luis, la literatura es tan falsa como los otros oráculos, está igual de preocupada con el sexo, y no con las vidas que sufren. Si se lee primero, Carnada de cangrejo en Manhattan, la historia de la busca de oráculos de Luis es una novela que escribe René, alegoría de su propia falta de oráculos. No importa las vueltas que se le de al libro (literalmente “vueltas”, porque hay que voltear al libro para poder leer la “otra” novela) la “literatura”, o la idea romántica de la literatura, queda mal parada.
De manera que tenemos a los oráculos distraídos por un lado, y a la literatura como origen/producto de los oráculos distraídos. Pero por una especie de ventana narrativa el autor nos muestra una tercera historia sobre la violencia, escenas en un segundo plano que son como relatos periodísticos de un mundo destruído por la violencia y la desigualdad social. Pero claro, eso son sólo unas ventanitas narrativas que a veces se abren en la novela, momentos de fuga, por lo demás domina el relato de los oráculos distraídos y el relato auto-reflexivo sobre la literatura.
Los diálogos son el fuerte del libro, parecen libretos y le dan una versatilidad increíble a la trama y a veces te hacen mear de la risa. El armazón de las historias es complejo y hermoso al mismo tiempo. También se agradece que el lector sabe que en cualquier momento la narración se puede ir en fuga poética o metafísica. La única falla del libro que me importa señalar es que es corto y que el autor debería publicar más ficción (¡lectores del mundo uníos!). Su único otro libro de ficción, Exquisito cadáver (2001), le valió el premio casa de américa.
Así, los dejo con una escena que me hizo reír mucho y que a la misma vez es muy bella. Una pareja de doctores/sicoanalistas atienden juntos a un paciente, y mientras el paciente sufre, los doctores utilizan el sufrimiento del paciente para su goce. Astuto, hábil.
“El paciente toma en sus manos temblorosas el maní. Lo coloca entre el pulgar y el índice.
-Ahora repita lo que yo digo.
-Lo que yo digo.
-No, no, ahora no.
-No, no, ahora no.
-Mírelo detenidamente. Dígale: ¡Tú eres mi problema!
-Tú… eres…. mi problema –repite Luis avergonzado
-¡Fuerte, con determinación! – grita el doctor.
-¡Tú eres mi problema! –grita, enojado, Luis.
La doctora gime cada vez que el paciente repite.
-¡Tú eres mi problema!
-¡Pero yo soy más fuerte que tú!
-¡Pero yo soy más fuerte que tú! –repite Luis, que siente que lágrimas recorren su rostro.
La doctora gime con intensidad
-¡De ahora en adelante estaré en control de la situación!
-En control… en control –repite
La Dra. sigue gimiendo….
-¡Te comeré y circularás por mi cuerpo hasta salir de él! –dice el doctor
-¿Qué? –pregunta el paciente, incrédulo.
-Repite – solicita solícita la doctora
-Te comeré –repite Luis
La doctora está al punto del paroxismo
-¡Cómetelo ahora, cómetelo!
Luis se come el maní mientras la doctora grita “Come, come” […]
La doctora grita y luego grita y se seca los labios con un pañuelito rosa. […]
-Estuviste genial, como siempre… -le dice la doctora al doctor
-Lo sé querida… tú también.
-¿Hace calor o soy yo?
-Eres tú, Zorra.”
Luis Othoniel Rosa (Bayamón, 1985), está terminando una tesis doctoral en la Universidad de Princeton titulada Anarquismos literarios: Las políticas de la vanguardia en Macedonio y Borges. Su novela, Otra vez me alejo saldrá en los próximos meses en Entropía (Buenos Aires). Puedes ver sus otras reseñas acá: Sergio Chejfec, Mara Pastor, Margarita Pintado y Lorenzo García Vega, Romina Paula, Isabel Cadenas Cañón, Mar Gómez Glez
Luis, tu comentario es muy interesante. Me gusta, sobre todo, porque asume muy efectivamente el aspecto lúdico-material del texto o el cara o cruz que intencionalmente se quiso provocar al imprimirlo de esa manera. Gracias por tu tiempo y tus buenos oficios. CR
gracias, carlos. me alegro que te haya gustado!!!!